En el programa Hormigas blancas dedicado a Mecano que se emitió recientemente en Telecinco había un tono de claro favoritismo hacia José María Cano, atribuyéndosele prácticamente todo el mérito del éxito del grupo a sus composiciones. A su hermano Nacho se le presentaba, por el contrario, como un joven caprichoso e irresponsable, y sus canciones eran tachadas de ingenuas e intrascendentes. A mí, sin embargo, empezaron a dejar de interesarme Mecano cuando la seriedad de José María comenzó a cobrar más importancia dentro de sus álbumes.
No es Nacho un personaje que, visto desde fuera, me haya caído nunca especialmente simpático, pero eso no quita para que le considere un excelente compositor de melodías pop, con una especial destreza para las segundas voces y coros. Como todo el mundo, ha tenido momentos más y menos inspirados, pero tanto en su etapa con Mecano como en su carrera en solitario hay abundantes ejemplos de su talento: “Perdido en mi habitación”, “El 7 de septiembre”, “Hoy no me puedo levantar”, “Los amantes”, “Vivimos siempre juntos”, “Me colé en una fiesta”, “Busco algo barato”, “Sube, sube” o “La fuerza del destino” se encuentran entre mis favoritas; y no solo las más obvias: algunas menos conocidas como “50 palabras, 60 palabras ó 100″, “Quiero vivir en la ciudad”, “Te busqué” o “No pintamos nada” también son excelentes.
Creo, asimismo, que es patente su influencia en muchos grupos españoles posteriores, alguno de los cuales están entre mis predilectos. Recuerdo a Astrud eligiendo hace años “Vivimos siempre juntos” como una de sus canciones preferidas en un programa de 40TV; Hidrogenesse y Ellos han sampleado temas suyos en “Échame un kiki amor” e “Imposible”, respectivamente; Chico y Chica no solo se atrevieron con una versión de “Japón”, sino que además tienen canciones como “De cintura para arriba” que parecen compuestas por él. Y aprovecho para recomendar las estupendas revisiones que hicieron Luxury 54 de “Me colé en una fiesta” y La Casa Azul de “Quiero vivir en la ciudad”.
Pero además de para Mecano y para sí mismo, Nacho Cano ha hecho composiciones, producciones y aportaciones para otros artistas o por encargo. Y todo eso es lo que se recoge en el álbum Otras miradas de Nacho Cano, que se publicó el pasado 26 de febrero, coincidiendo con el 45º cumpleaños de Nacho. Fue la materialización de una idea de Javier Adrados, promotor y productor discográfico, biógrafo del grupo y amigo del músico.
Es, desde luego, un disco muy variado e irregular, en el que encontramos un poco de todo. Lo más prescindible son los dos instrumentales que escribió para la candidatura olímpica “Madrid 2012″ y la boda de los príncipes Felipe y Letizia (!). Un género, el de las composiciones sin voz, por las que siempre ha mostrado afición (Julián Ruiz siempre decía que le gustaría haber sido el Jean-Michel Jarre español), pero que aquí resuelve de un modo fallido, acercándose demasiado a la grandilocuencia más propia de su hermano (y, además, según duka, la de la boda es un descarado plagio de “Lir”, de Wim Mertens). También instrumental, pero más curiosa e interesante, es la pieza que creó en 1986 para el anuncio televisivo del Ministerio de Industria que pretendía fomentar “La Moda de España”, aunque en mi recuerdo la versión del spot era mucho mejor (no he podido encontrarlo por ninguna parte). Dentro de lo olvidable también está “Debajo del puente”, un viejo tema de Ariel Rot en el que Nacho se limita a tocar los teclados.
A modo de ejemplo de sus producciones más conocidas encontramos “Lobo hombre en París” y “¿Dónde estabais? (En los malos tiempos)”, de La Unión (mucho antes de que se montaran en trenes de largo recorrido y esas cosas y se convirtieran en una de las bandas españolas más odiosas), las fantásticas “Mil cambios de color” y “Chas! y aparezco a tu lado”, de Alex & Christina (un grupo que ya va siendo hora de reivindicar, por mucho que sus dos componentes renieguen de él) y la archiconocida “No controles”, de Olé Olé, de la cual se rumorea que provocó el enfado de Ana Torroja por no habérsela quedado para Mecano (no sería extraño de ser cierto, ya que se ha convertido por méritos propios en un clásico que nunca ha llegado a pasar de moda). Menos famosas son la correcta balada “Déjalo ya”, interpretada por Dana Wood, y las apreciables “El pasillo estrecho” y “Los salvajes”, de Magenta. Tanto la primera, una cantante adolescente de principios de los 90, como las segundas, un trío femenino de aspecto gótico de mediados de los 80, tuvieron una efímera vida artística.
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